¿Cómo empezar a escribir sin recordar a aquellos profesores que me marcaron? Fueron pocos, lo reconozco, pero cuando voy a Panamá, vuelvo a mi colegio y les veo, no puedo menos que sentirme agradecido por haberme enseñado lo que significa hacer y vivir lo que a uno le apasiona, por haberme planteado dudas firmes sobre mi vida, por haberme desafiado tantas veces, por el cariño con el que me trataron y por todo lo que significaron para mí.
Soy Carlos Alberto Alvarado Salcedo, cristiano católico y sacerdote agustino recoleto. Apasionado por su vocación, por su trabajo y por la vida que cada día disfruta con sus altos y sus bajos.
Con esta clave, y teniendo en mi pensamiento a los millones de niños y niñas que hoy en día no podrán gozar del privilegio de la Educación en un contexto democrático, abierto, plural y crítico, es que mi asignatura pasó de llamarse tan solo Religión Católica a Fundamentos para la Vida. He de decir también que, cada día que pasa, no puedo dejar de hacer alusión a los miles de cristianos perseguidos por vivir con entereza su fe, a los miles de personas que en estos momentos estarán movilizándose con la esperanza de un mejor mañana, a los niños que esta misma tarde, mañana o noche, serán secuestrados por el DAESH para los fines más abyectos; con cada uno de ellos tengo una deuda que, como docente, no puedo obviar: la responsabilidad de darles voz a los sin voz.
Pero, la pregunta que surge es: ¿qué hacemos en Fundamentos para la Vida? Primero, profundizar en la propia persona. Siempre les digo que no puede haber fe, no puede vivirse a fondo una religión y no puede cambiarse el mundo, sino logramos descrubrir al SER HUMANO que hay detrás de un libro de texto, un móvil o un apunte. Por ello, descubrir las dimensiones de dicho ser humano, lo que le apasiona, lo que le mueve, aquello en lo que destaca, y como todo esto es AMADO por Dios, es una de las claves principales. A partir de allí comenzamos a pensar en base a todas las preguntas que nos llegamos a hacer: ¿quién soy yo? ¿qué hago aquí? ¿para qué vivir? ¿qué puedo aportar? ¿quién es el que vive a mi lado? Veis, todo va surgiendo poco a poco conforme uno se va adentrando en esto tan dinámico como lo es el hombre.
Segundo, la pregunta que nos viene a la mente es esa que nos invita a pensar sobre el mundo en el que vivimos. Un mundo transido por alegrías y tristezas, guerras y paz, dolores y esperanzas. Un mundo AMADO por Dios, y para muestra el referente por excelente de ese amor: Jesús de Nazaret, el que pasó por este mundo amando con locura y haciendo el bien. Conocerle es clave pues se convierte en nuestro referente vital. ¿Qué hizo? ¿Para qué? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuando?. Pero, también miramos a las otras religiones con sus respectivos representantes: ¿estamos en un mundo plural no? Pues habrá que conocer su oferta de sentido y cómo se dialoga con todo esto.
A su vez, la Iglesia como comunidad e institución es clave. ¿Construímos Iglesia o sencillamente nos abandonamos a la crítica desasosegada? Claro, habrá que mostrar lo que hace y cómo lo hace. También habrá que plantearse a través de interrogantes por lo que se puede mejorar. Al final, creas o no, tiene un papel determinante en la sociedad en la que nos encontramos.
Por último, y esto es fundamental, ¿qué pueden aportar ellos, nosotros, cada uno en este mundo? Las cuestiones que les hago son mis cuestiones. Sus planteamientos son los mios aunque quizás, y digo quizás porque muchas de sus reflexiones son enigmáticas, chocantes y crítica., con un nivel de madurez. Claro, ellos tienes que saber, como nosotros lo imaginamos, que pueden dejar una huella de amor en el mundo.
Manos Unidas, el concurso de la Once, el de la fundación la Caixa, el de Audi: todos estos, y más, nos permiten sacar del aula lo que aprendemos dejando nuestro granito de arena. Eso sí, empleando las TICs para realizar vídeos, proyectos de ONG, revistas en línea, narraciones digitales, exposiciones, podcast, etc.
Sabes, lo mejor es lo que una vez me dijo un chico: esto de las religiones es análogo a un huevo frito. La fe es como si fuera la yema y nosotros la clara. Cuando se explota la yema se esparse por todos lados dejando su marca. Me encantó la analogía porque nos muestra que cuando nos apasionamos por la educación, cuando vibramos por lo que hacemos y lo que somos, cuando nos enamoramos de nuestra profesión y vibramos con nuestros alumnos, cuando entendemos que ellos son maestros y nosotros muchas veces tenemos que se aprendices, cuando vamos más allá de nuestra zona de confort y cuando nos atrevemos a creer en ellos: ¡NOS SORPRENDEN! Ellos son geniales: cada uno, cómo les suelo decir, es una versión única, UNA VERSIÓN ÚNICA del AMOR DE DIOS.
Aprendamos a descubrirlo así. Por cierto: me podeís encontrar en las redes sociales. Soy facil de hallar como el recoleto. Es en estos medios del mundo digital donde aprendí a ver más allá de mis fronteras y donde actualmente voy aprendiendo a habitar. También os dejo mi canal de youtube, porque ojo, soy un cura youtuber, Retazos de mi vida: una puerta a mi canal.
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